John: Dios, nunca antes había pensado detenidamente en ello, pero desde el primer latido dado dentro de un cuerpo vivo, sonaba una campanilla y el reloj comenzaba a correr. Un contrato, que ni siquiera eras consciente de haber firmado comenzaba a operar y en él, era el destino el que tenía las mejores cartas. Con los minutos y horas y días y meses y años que pasaban se escribía la historia mientras te ibas quedando sin tiempo hasta que el último latido de tu corazón marcaba el fin del paseo y el momento de hacer recuento de los triunfos y las derrotas.
"La Hermandad de la Daga Negra: Lover Mine"
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